Hay un plano interior, predestinado irremediablemente al suicidio.
El plano exterior ríe. Contagia de lamentos exteriorizados y metamorfoseados a simples chistes sobre lo cotidiano y lo lamentable.
Retorno y giro sobre mi, uno que dice mil veces un te quiero, lamentando novecientas veces el hacerlo.
Saturno no responde, queda tirado sin saber qué decisión tomar, y se entretiene con otros temas que sí tienen solución.
Tomo tiempo sobre la calle, el sol de frente, iluminando un pequeño ser que sólo quiere una moneda o algo para comer.
Creo satisfacerlo y encierro mi paso hasta mi puerta, fría, inmóvil, tiesa y sin ánimos de llevarme a otro lugar más que a mi horrible destino de navaja.
Suicidio, sos tibio y encantador, filoso y salvador.
sábado, 28 de enero de 2012
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